Cuando se habla de abortar siempre se sacan a la luz los casos más extremos como aquellos de pederastia o incesto. Una niña que se queda embarazada se supone que no está preparada para soportar ese trance y es mejor evitarlo. Sin embargo, deberíamos recordar que hasta hace no tanto tiempo en Europa era habitual casarse y tener hijos en la adolescencia, como Romeo y Julieta. En otros lugares del mundo sigue ocurriendo. No digo que sea algo positivo, pero de hecho una niña es capaz de concebir, pasar un embarazo y dar a luz generalmente sin problemas físicos. La naturaleza es muy sabia.
Otra cuestión es la salud mental. Para eso el anteproyecto de ley tiene previsto el riesgo psicológico para la madre. Pero no deberíamos olvidar que una mujer que aborta, sea cual sea su edad, también corre un riesgo mental porque el aborto tiene secuelas físicas y psicológicas poco conocidas. Hacer abortar a una mujer que ha sido violada puede que le quite preocupaciones pero, si es mínimamente consciente sufrirá el resto de su vida por haber matado a su hijo. Y es que no hay que olvidar que el niño concebido no tiene la culpa de lo que hayan hecho sus padres. Es una personas independiente, distinta de cualquier otra anterior o posterior.
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